martes, 29 de marzo de 2016

Por una Internacional y por unos partidos revolucionarios útiles a la lucha de clases.

Este mes de marzo publicamos en el dossier de nuestra revista una contribución sobre la situación internacional firmada por compañer@s de Francia, EEUU, Canadá, Alemania, Grecia, Italia y de IZAR. Esta contribución se ha presentado en el pasado Comité Internacional de la IVª Internacional y pretende ser el prinicpio de una reflexión de cara al próximo Congreso de dicha Internacional. Es un texto escrito para un debate interno pero sin embargo nos parece importante publicarlo en esta revista por la actualidad del debate.

I- Lecciones de Grecia y del Estado Español: romper con la orientación de los gobiernos anti austeridad.

En unos cuantos meses, la situación en Grecia ha puesto encima de la mesa el impasse de las soluciones reformistas. El pueblo Griego ha demostrado su voluntad de resistir a la austeridad, de no resignarse frente a la unión de los capitalistas griegos y europeos. En 4 años, no menos de 30 jornadas de huelga general y múltiples luchas han sacudido a la clase dirigente griega. De hecho, el gobierno Syriza ganó las elecciones apoyándose en ese rechazo a la austeridad, con un programa que prometía un aumento de las prestaciones sociales, la vuelta a un salario mínimo de 751 euros, la recuperación de los convenios colectivos suprimidos por los planes de ajuste, la congelación de las privatizaciones de las empresas públicas y renacionalización de aquellas que fueron privatizadas….Sin embargo, al día después del « NO » masivo en el referéndum, el gobierno Tsipras llegó a un acuerdo con la Troika y la UE que abría la puerta a un plan de austeridad aún más violento que los de los gobiernos anteriores. La capitulación del gobierno Syriza no es verdaderamente una sorpresa, sólo confirma el callejón sin salida al que nos lleva las soluciones reformistas para resolver la crisis actual. Es una ilusión creer que se puede acabar con la austeridad sin expropiar a los sectores claves de la economía como lo son el sector bancario y el sector energético, sin enfrentarse a la UE y a todas las instituciones imperialistas, sin enfrentarse a los pilares del sistema y al poder de los capitalistas: la propiedad privada de los medios de producción. La situación griega demuestra la actualidad de un programa anticapitalista y revolucionario, no como una perspectiva a largo plazo sino como solución a los problemas que hoy se nos plantean a causa de la crisis del capitalismo. Evidentemente, proponemos nuestras soluciones en función de nuestra tradición y nuestro método de reivindicaciones inmediatas, democráticas y transitorias, tratando de iniciar luchas de masas en el marco de un frente único con el fin de implicar directamente a lxs trabajadorxs y sus aliad@s en la lucha. Esto no significa sin embargo que nuestras reivindicaciones revolucionarias de carácter más estratégicas sean un lujo, ni que el fin último del poder de lxs trabajadorxs basado en las estructuras de auto organización deba ser abandonado.

Desde hace varios meses, un debate se ha abierto en el Cuarta Internacional entorno a la orientación que nuestras secciones deberían defender en Europa y sobre nuestro posicionamiento con respecto a la emergencia de organizaciones como Syriza o PODEMOS en el estado español. Una parte del CI defiende desde hace varios meses la idea de la puesta en funcionamiento de « gobiernos anti austeridad » como orientación a escala europea. Según ésta, el elemento central para hacer que las luchas alcancen victorias es la emergencia de una « herramienta política creíble ». Dicho de otra manera, la condición sine qua non para desbloquear la situación política es la conformación de fuerzas políticas creíbles en el plano electoral, es la perspectiva de llegada al poder de gobiernos « anti austeridad » capaces de llevar a cabo sus reivindicaciones que animarían a los jóvenes y a los trabajadores a luchar. En ese sentido la actividad de numerosas secciones ha girado entorno a ese objetivo de hacer emerger una « herramienta política » de ese tipo mediante la construcción de frentes o de partidos « amplios » o mediante la búsqueda de alianzas electorales con organizaciones provenientes de la izquierda antineoliberal. La emergencia y el éxito de organizaciones como Syriza o más tarde PODEMOS ha alimentado esa esperanza. La idea se ha extendido de que esas organizaciones podrían representar un nuevo tipo de reformismo, después de la transformación de la social democracia en fuerzas difíciles de distinguir de los partidos burgueses. Alrededor de esas experiencias, algunos camaradas de la dirección de la IVª, si no es sólo del Buró como tal han elaborado incluso nuevas hipótesis estratégicas. Han defendido por ejemplo que la llegada al poder  de Syriza, gobierno que rechazaría la austeridad, podría constituir la primera fase de una ruptura con el capitalismo (1). La victoria de Syriza conllevaría un soplo de aire fresco y animaría las luchas a escala europea. No se ha sacado ningún balance de las esperanzas completamente erróneas que se habían puesto en Syriza, y la mayoría de los camaradas que las habían compartidas han pasado del día a la mañana de profesar plena confianza a Syriza al apoyo a Unidad Popular, un proyecto que lleva consigo la misma orientación estratégica que tenía Syriza antes de llegar al poder.

La experiencia griega muestra sin embargo que no puede haber gobierno « anti austeridad » sin poner sobre la mesa la cuestión de la ruptura con el capitalismo utilizando el método transitorio. Debemos sacar lecciones. Debemos romper con esa orientación de los « gobiernos anti austeridad » que sólo hace que se mantengan ilusiones sobre la naturaleza de las direcciones reformistas, incluso de nuevo cuño como son las de Syriza o de PODEMOS.

PODEMOS conoce una evolución acelerada hacia la derecha : la fundación de PODEMOS se hizo entorno a la idea que tenían sectores de la clase obrera y de la juventud del Estado español de la necesidad de ruptura con el régimen. Pero el proyecto de la dirección de PODEMOS ha sido tratar de acompañar en un primer momento esa giro a la izquierda fruto del ciclo del movilización abierto con la crisis en el 2008, para canalizarlo mejor y volver a acercar a esos sectores hartos a las instituciones. La reciente propuesta formulada por Iglesias de un gobierno capitalista de coalición PODEMOS-IU-PSOE es la culminación lógica de este proyecto. Desde la fundación de PODEMOS, la dirección de Anticapitalistas se ha limitado a diferenciarse de Iglesias en el terreno organizativo y ha rechazado de manera sistemática la defensa de un mínimo programa anticapitalista a pesar del acceso que tienen a tribunas que les permiten dirigirse a centenares de miles de personas. Esto es cierto también en lo relativo a la propuesta de Pablo Iglesias de formar gobierno con el PSOE. Anticapitalistas y sus portavoces han sido muy ambiguos con declaraciones incluso algunas veces contradictorias, contribuyendo a crear falsas ilusiones sobre las bondades de ese posible gobierno de izquierdas pidiendo incluso, en el caso de Teresa Rodríguez, al Secretario General del PSOE que sea valiente y acepte la propuesta de PODEMOS. La escandalosa expulsión de los camaradas que han formado IZAR no es más que la consecuencia de toda esa orientación.

Frente a la quiebra de Syriza y a la institucionalización acelerada de PODEMOS, es tiempo de pasar la página de la orientación a favor de los «gobiernos anti austeridad».

II- Posibilidades para los revolucionarios en la situación actual.

La mayoría actual de la Cuarta Internacional tiene en el fondo como brújula política la fórmula que se resume bien mediante la « nueva situación, nuevo programa, nuevo partido ». La correlación de fuerzas entre las clases sería tan desfavorable que deberíamos volver a pasar por una larga etapa histórica de reconstrucción de una conciencia de clase elemental mediante la ayuda de partidos amplios « no delimitados estratégicamente », mientras que la toma del poder por lxs trabajadorxs (y la construcción de partidos democráticos y revolucionarios en la tradición leninista) se vería aplazado a la lejanía de un periodo histórico posterior.

Es evidente que la clase dominante sigue estando claramente a la ofensiva, que sigue estando por delante en la correlación de fuerzas. Sin embargo, el factor dominante del periodo actual desde el inicio de la crisis en 2008-2009 es la inestabilidad creciente padecida por el sistema capitalista. Esa inestabilidad está alimentada por unas luchas de masas a una escala significativamente superior a las del periodo de antes de la crisis y que han sacudido a todos los continentes. La « primavera árabe », los Indignados, Occupy Wall Street, Blak Lives Matter, las huelgas estudiantiles y del sector público en Quebec, la oleada de huelgas obreras en China y de manera más general en Asia… Esas luchas, a pesar de ilusiones reformistas extremas y de dirigentes reformistas en numerosos casos, no han permitido revertir la correlación de fuerzas pero modifican las posibilidades para nosotr@s. Denotan un descontento profundo, un enfado y un odio hacia las medidas de austeridad cada vez más violentas impuestas a las masas por un sistema capitalista marcado por una crisis endémica.

Vivimos en ese sentido tiempos contradictorios, marcados por una diferencia importante entre la fuerza de los golpes absorbidos por la clase obrera, y las perspectivas de una respuesta preparada. La cuota de confianza en los partidos capitalistas está en su nivel más bajo desde hace unas décadas. Hay un odio profundo, creciente, un desprecio para la clase política dirigente y una comprensión de que el problema está en el interior del propio «sistema» que va en aumento...sin que esta comprensión se traduzca automáticamente por medio de una voluntad de luchar. La diferencia entre la conquista por unas soluciones individuales (hacer horas extras, encontrar un segundo trabajo, restringir los gastos, etc.), las ilusiones sobre el hecho de que el sistema va a reformarse solo – y la necesidad de una acción colectiva – esa diferencia está disminuyendo. Esa contradicción o diferencia entre la consciencia y la acción nos es familiar. La primera gran depresión conoció un fenómeno similar – un periodo de cerca 5-6 años en algunos países – entre la desmoralización inicial que conllevan los despidos masivos y una respuesta sobresaliente que ha estimulado las consciencias de manera radical y abierto la vía a una recomposición de los sindicatos y de las organizaciones que les estaban ligadas, lo que ha insuflado una nueva vida en las organizaciones del movimiento obrero, a pesar de sus deformaciones social demócratas y estalinistas. Lo vemos hoy con movilizaciones de masas repentinas que parecen salir de ninguna parte. Todas esas movilizaciones representan un faro que esclarece nuestro futuro. Trabajadorxs y otr@s oprimid@s  empiezan a absorber el impacto lleno y total de la austeridad capitalista en todas sus vertientes.

Durante años, camaradas dirigentes del Buró y del CI han explicado que había una diferencia estructural entre la fuerza que podían tener las luchas y la ausencia de traducción en términos organizativos y de consciencia política. Lo que hay que anotar hoy, es al contrario que las sacudidas de la crisis y de las luchas que ésta ha provocado empiezan a tener traducciones políticas en nuestro bando social aunque limitadas por dirigentes reformistas y pro capitalistas. Syriza, PODEMOS, Corbyn, Sanders, los resultados recientes del Bloco de izquierdas portugués y del PCP, los resultados del referéndum en Escocia, la ruptura de NUMSA con el gobierno ANC-SACP-COSATU y la aparcición de los Economic Freedom Fighters… Todos esos fenómenos políticos reflejan a pesar de su diversidad un hecho innegable : amplios sectores de nuestro bando social se plantean con mayor o menor confusión que hay que cambiar las cosas globalmente, sin por ello huir de las ilusiones reformistas. Son en general, fuerzas reformistas las que se aprovechan de esa evolución (aunque  la realidad del FIT en el paisaje político argentino demuestra que es posible para l@s revolucionari@s ocupar un espacio en el plano político en la situación actual.)

No podemos prever con certeza qué formas tomarán la radicalización y la revuelta. Hay que preparar nuestras fuerzas a posibles transformaciones bruscas de la conciencia de masas y estar en capacidad de tomar la iniciativa. En lugar de construir organizaciones armadas en un plano programático y militante a este tipo de situación, la dirección de la Cuarta Internacional adopta una política de alinearse con las fuerzas reformistas antes mencionadas, una política que estos últimos años nos ha llevado ha consecuencias nefastas para un número importante de sus secciones.

III- Por la construcción de partidos revolucionarios. Disoluciones en serie de secciones… ¿hacia dónde vamos?

No se ha hecho ningún balance de los múltiples intentos de construcción de «partidos amplios» llevados a cabo estos últimos 25 años por las secciones de la Cuarta Internacional. Ya sea esto en el marco de Syriza, PODEMOS pero antes con Rifundazione  de Italia, el PT de Brasil, el Bloco portugués o inlcuso en el seno del NPA, la dirección de la Cuarta Internacional ha seguido una política que se ha limitado en entrar en (o en lanzar) organizaciones amplias sin construir simultáneamente a corrientes o a organizaciones revolucionarias delimitadas. Esto ha conllevado a la disolución (en Portugal, Dinamarca) o a la dispersión de secciones enteras (Italia, Brasil, Francia…).
El apoyo de Rifundazione a la formación de un

gobierno burgués (el gobierno Prodi en 2006) y el voto a favor de los créditos de guerra; el posicionamiento de los camaradas del Bloco de Izquierdas a favor de las medidas de austeridad en Grecia en 2012; el voto de los camaradas de la RGA en Dinamarca apoyando al gobierno de izquierda de 2011-2012; la participación de la antigua sección de Brasil en el gobierno de Lula… La entrada en esas organizaciones amplias y el abandono de la estructuración propia de los revolucionarios se ha visto acompañado de una adaptación a la política de las direcciones de esas corrientes reformistas. La independencia organizativa (ya sea mediante organizaciones independientes o mediante corrientes organizadas en el seno de reagrupamientos más amplios) no es una cuestión menor. Ésta nos sirve para llevar a cabo una política :  lo que está en juego con el mantenimiento de la independencia organizativa de l@s revolucionari@s, es la necesidad de la lucha por nuestras ideas revolucionarios. Para nosotros, el programa revolucionario no es una identidad que deberíamos dejar para más tarde, cuando las condiciones sean más favorables. Este programa es hoy de actualidad para responder a la crisis actual del sistema capitalista, un programa que no consiste en fórmulas fijadas de una vez por todas sino de un programa actualizado y concreto gracias a nuestro método que él sigue siendo el mismo: la independencia de clase, el método transitorio...

¿Partidos anticapitalistas, partidos amplios...o partidos revolucionarios ?
El último congreso de la Cuarta Internacional adoptó una resolución a favor de la construcción de fuerzas « anticapitalistas » inspiradas en el NPA, sin definir ninguna base programática, dejando el espacio a un margen amplísimo para la interpretación de esta fórmula. Hoy, la política defendida por la dirección consiste en apoyar a organizaciones neo reformistas como Syriza y PODEMOS o a “nuevas” iniciativas como el Plan B a nivel europeo o Unidad Popular en Grecia que no han roto con la idea de una salida reformista a la crisis donde el eje central es la democratización de las instituciones europeas.

Pensamos por el contrario que el objetivo central de la Cuarta Internacional debe ser la construcción de partidos comunistas revolucionarios, en la tradición leninista, tal y como lo indican los estatutos de la Ivª Internacional. Partidos implantados en la clase obrera y en las capas oprimidas, en particular en la juventud. La clase obrera juega en efecto un papel central en la revolución. La clase obrera industrial y la clase de lxs trabajadorxs asalariadxs en su conjunto están en aumento a escala mundial. Entre 1991 y 2012, el número de trabajadorxs en el mundo ha pasado de 2,2 a 2 mil millones coma tres , y el número de asalariad@s de la industria de 490 a 715 millones (datos de la OIT). Nuestra clase social nunca tuvo tanta fuerza potencial. Lamentar el tiempo de las « 30 gloriosas », o el de las fortalezas obreras estructuradas por un movimiento obrero dominado por el estalinismo viene a asumir como norma una configuración limitada en el tiempo y el espacio. A finales del siglo XIX y al prinicpio del siglo XX, una clase obrera mucho más precaria y atomizada, mucho menos numerosa que hoy nunca impidió en Europa la formación de partidos socialistas de masas y de sindicatos que contaban con centenares de miles de miembros dirigidos por revolucionari@s como la CGT en Francia por ejemplo… Estos últimos años, sectores obrer@s tradicionales han demostrado que lejos de ser marginales, podían jugar un papel central (refinerías en Francia durante la huelga de las jubilaciones de 2010, cuenca minera durante el proceso revolucionario en Túnez, huelgas obreras en Egipto, oleada de huelgas en China desde 2010…), y los « nuevos » sectores precarios han demostrado su capacidad para luchar de manera determinada (huelgas históricas de la limpieza en Holanda en 2010 y 2012, huelga de un año de los sin papeles en Francia en 2009-2010, Fight for 15 en los EEUU…). El potencial revolucionario de la clase obrera está lejos de pertenecer al pasado.

En cuanto a la juventud, su papel de vanguardia táctica se ha confirmado en numerosas ocasiones estos últimos años, en Quebec, en Chile o en Suráfrica. La importancia de ganar y de formar a cuadros en la juventud no debe ser subestimada, y la organización anual de los Campamentos Internaciones de jóvenes revolucionari@s debe ser una ocasión para reagrupar al máximo a jóvenes revolucionri@s de todas las corrientes que mantienen relaciones políticas con la Cuarta Internacional, sin excepción.

Necesitamos partidos construidos alrededor de un programa marxista revolucionario,
que se apoye en las conquistas de nuestra corriente histórica a la vez que busca su actualización en función de las evoluciones del capitalismo de hoy. Partidos militantes que buscan intervenir de manera coordinada en la lucha de clases y en todas las luchas de l@s oprimid@s, que preparan conscientemente la toma del poder en los momentos -excepcionales- en los que el poder de la clase dirigente se tambalea y la movilización de nuestra clase es máxima.

Tratamos de construir organizaciones de este tipo ya que la historia ha demostrado en numerosas ocasiones (como por ejemplo durante los procesos revolucionarios en Túnez y Egipto en 2012) que no puede haber revolución victoriosa sin partido revolucionario. Y Partidos de este tipo no pueden construirse de golpe en un momento en el que la crisis revolucionaria llega, es evidentemente un esfuerzo que empieza antes, cuando la situación no es revolucionaria.

La construcción de partidos revolucionarios de masas no es tarea sencilla. Pero es posible reforzar nuestras organizaciones mediante el eco que nuestras ideas vayan teniendo en una situación de crisis del capitalismo como es el caso actualmente. Por ello cualquier táctica de construcción del partido debe ir supeditada al objetivo estratégico de la construcción de partidos revolucionarios : dependiendo de la táctica, ¿nos acercamos del objetivo o al contrario nos alejamos ? En lo que se refiere a las condiciones de construcción de partidos, las coordenadas son muy diferentes de un país a otro, y las posibles tácticas también: la situación no es la misma en Francia con su tradición revolucionaria y de extrema izquierda, en Argentina con la constitución del FIT o en África del Sur que conoce a día de hoy la ruptura de un sindicato de masas (el NUMSA) con el ANC… Sin embargo incluso cuando l@s revolucionari@s contemplan la participación en formaciones políticas más amplias, el mantenimiento de su autonomía política y organizativa no es negociable. La confrontación con las direcciones reformistas es inevitable, tarde o temprano, y hay que prepararse a ello desde el principio. En el sentido contrario, y como se puede comprobar desde hace varios años, entrar en organizaciones reformistas sin mantener en nuestro punto de mira el objetivo del partido revolucionario puede conllevar a la disgregación de las fuerzas del la Cuarta Internacional.

Defender la necesidad del reagrupamiento de l@s revolucionari@s.
A día de hoy, ninguna corriente puede pretender ser el único polo desde el cual se constituya el partido y la Internacional revolucionaria. Minimizar los desacuerdos políticos o idealizar a las direcciones de otras corrientes internacionales como la IST o la FTQI sería evidentemente un error. Pero no podemos ignorarlas, así como a toda una serie de organizaciones revolucionarias presentes a escala nacional que juegan un papel a su nivel como el PO argentino, LO en Francia y muchas más. Debemos defender la necesidad del reagrupamiento de los revolucionarios a escala nacional e internacional. No se trata de intentar sumar las fuerzas existentes para conseguir construir partidos y una internacional revolucionaria. Pero la creación de partidos revolucionarios no se hará simplemente por el reforzamiento lineal de nuestras propias organizaciones. Debemos animar siempre que sea posible a que haya debates y acciones comunes con otras organizaciones revolucionarias.

IV- Por una oposición clara a la guerra imperialista


Uno de los puntos esenciales del programa a defender, inseparable de la austeridad, es la relacionada con la lógica de guerra imperialista, y la intervención para lograr nuevos mercados, recursos vitales e intereses geopolíticos. Dirigido por el imperialismo yankee, la única súper potencia mundial (con un gasto militar que equivale a la suma total de las otras naciones juntas), y sus homólogos históricos los imperialistas europeos, somos los testigos casi cotidianos de guerras de bombardeos intensivos y de asesinatos de masas, de guerras de ejércitos privatizados o de mercenarios (en una proporción incomparable a lo que ha podido conocer la historia mundial), guerras de drones, guerras de sanciones y de embargos y guerras casi secretas, como en el caso de la Comandancia US en África (AFRICOM), que está volviendo a colonizar y a robar a África a través de las instalaciones y del armamento de las dictaduras militares que dependen totalmente de los EEUU.

Francia, a menor escala, así como otras potencias coloniales, están reforzando sus arsenales, y se comprometen en el mismo pillaje, con el fin de consolidar y de extender a sus antiguas conquistas coloniales. No hay « guerras humanitarias » conducidas por la bestia imperialista. Nunca las hubo. El término en sí es una contradicción para l@s revolucionari@s, opuest@s de manera visceral a toda intervención y guerra imperialista. Un apoyo al derecho de autodeterminación de la naciones y de los pueblos oprimidos excluye necesariamente el recurso al imperialismo para ayudar en la derrota de los tiranos y dictadores locales. Una «ayuda» de ese tipo conlleva inevitablemente condicionantes. Condicionantes mortales que se parecen más a una matanza que a una asistencia desinteresada o «democrática».

La liberación de l@s oprimid@s sólo puede ser realizada para sus propias organizaciones de masas independientes y a través de la construcción, en definitiva y por muy difícil que sea, de partidos revolucionarios. El rechazo a la intervención imperialista en todas sus variantes es la condición necesaria para luchas victoriosas de liberación nacional. Liberadas del yugo imperialista, las naciones oprimidas están en mejor posición para determinar su propio porvenir y para desafiar de manera eficaz a su propia burguesía.

Frente a las incesantes guerras de conquista imperialistas, las reivindicaciones centrales de la Cuarta Internacional en la materia deben concentrarse en la consigna: «retirada inmediata de las tropas».

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